Jesús Silva-Herzog Márquez sobre ensayos, teorías de conspiración y Monty Python
Pasé una hora por zoom con el ensayista Jesús Silva Herzog Márquez. Hablamos sobre liberalismo, Octavio Paz, Monty Python, escribir ensayos, el columnismo mexicano, las teorías de conspiración y la política como arte.
Pueden escuchar la entrevista en Spotify, Apple, Stitcher, Pocketcasts, o leerla aquí abajo. Mejor escuchen la entrevista porque la transcripción viene de un software y puede tener errores.
RLC: Jesús Silva-Herzog Márquez, mil gracias por tu tiempo.
JSHM: Un gustazo, Ricardo, estar contigo y participar en el arranque del podcast ¡Qué padre!
RLC: Yo diría que en tu carrera, como hilo conductor, hay una larga apreciación y defensa del liberalismo clásico. Y por liberalismo clásico me refiero a ese liberalismo que defiende las libertades civiles, que valora al individuo, que piensa en la igualdad ante la ley ¿Dirías que esa es una descripción correcta de tus preocupaciones?
JSHM: Pues mira, yo creo que sí hay una fuente importante en esa perspectiva que yo diría que tiene que ver con el resultado político del escepticismo. El hecho de que no sabemos por completo nada nos hace tener muchas reservas frente a quienes tienen poder alrededor de nosotros. Y en ese sentido pues sí hay una parte que yo ubicaría claramente como liberal, pero también con cierta distancia de cuando esas lecturas de liberalismo clásico se vuelven dogmáticas. Yo creo hay un problema de cierto liberalismo que piensa que ya resolvió geométricamente los dilemas de la convivencia y que nada más tenemos ya que ajustarnos a ese diseño. Yo creo que hay que ser, en ese sentido, pues escéptico incluso con las recetas liberales.
RLC: ¿Cómo nutriría alguien ese escepticismo, incluso con las recetas liberales?
JSHM: Pues mira, yo creo que lo que decías tú hace un momento. El criterio de la individualidad es es una una noción básica del liberalismo. Bueno, yo creo que en estos momentos si tenemos que darnos cuenta de que en esa perspectiva individualista hay cargas muy pesadas. El hecho de que no se reconoce ese afán de comunidad que existe en en cualquier entorno social, la perspectiva de entendernos como animales que son átomos que parte de la visión liberal me parece que debe ser cuestionada a la luz de lo que estamos viviendo, a la luz de la necesidad de tener un sitio en donde nos reconocemos.
RLC: ¿Cuál dirías que es la ventaja del ensayo sobre los reportajes o los papers académicos para interpretar la realidad?
JSHM: Yo creo que el ensayo es una forma abierta de pensar la realidad social, y en ese sentido le da un espacio a la duda, al conocimiento que no pretende ser nunca completo. Puede, en un ensayo, abrazarse a la contradicción en donde uno puede decir “por una parte yo estoy viendo esto, pero después de darle una vuelta y rodear lo que estaba viendo antes, lo veo de otra manera”. En el trabajo académico, hay que sostener una tesis, llevarla al fondo y uno tiene, académicamente, la pretensión de haber resuelto un problema. El ensayista yo creo que trata de plantear el problema, y con el hecho solamente de ponerle una luz a un fenómeno complejo, se siente satisfecho.
RLC: ¿Y donde flaquea el ensayo?
JSHM: Pues mira, yo creo que lo que tiene es varios peligros el ensayo. Por una parte, creo que en esa parte de expresar una idea no acabada se da demasiados permisos de repente el ensayo. El ensayista dice “bueno, esto no es una conclusión, es simplemente una conjetura que yo hago”. Y en ese sentido, yo creo que tienen razón los académicos que le reclaman a los ensayistas “no has dicho nada, no te comprometes con nada. Estás pajareando y no afirmas con la necesidad de afirmar las cosas que necesitamos en cierto momento”. Y luego yo creo que también hay un peligro, que es que el ensayista de repente se enamora de la forma en que escribe. Entonces este es un asunto de “bueno, qué bonito está escrito pero, ¿qué diablos estás diciendo? Esto suena muy bien, pero abajo de la forma y de la floritura de la expresión, lo que estás diciendo es un absurdo y me estás tratando de engañar porque pones un un dibujito precioso para engañar al que está leyendo, pero en el fondo no hay sustancia”. Yo creo que son críticas válidas. Yo creo que el ensayista tiene que estar siempre muy consciente de que tiene el peligro de enamorarse de su estilo, con darse permisos por el hecho de alojar ideas tentativas o ideas contradictorias. Y en ese sentido, creo que a los ensayistas se les toma en serio cuando no se les toma demasiado en serio.
RLC: ¿Qué es lo que hace que Octavio Paz o Alfonso Reyes sean grandes ensayistas y no sólo buenos ensayistas?
JSHM: Bueno, a mí me parece que son grandísimos ensayistas porque, en primer lugar, es una delicia leerlos. O sea, porque hay una belleza estilística en lo que escriben, una gracia, una como generosidad. A mí me parece que la generosidad del ensayista es en donde no hay esa arrogancia de el que está como puesto, digamos, en la cúspide de la montaña o de la pirámide para hacer alusión a las cosas del día, sino que te hacen sentir que estás comiendo y tomándote un café con ellos. Y siendo que pueden saber infinitamente más que tú, te lo están revelando dándote cuenta de cuál es el proceso de pensamiento de ellos. Entonces yo creo que en ambos hay una cultura vastísima y una generosidad para escribir y comunicarse con el lector. Pensaría eso.
RLC: ¿Serían mejores nuestros medios si dedicaran más espacio a ensayos que a columnas? ¿Faltan ensayos en la discusión pública mexicana?
JSHM: Pues yo creo que sí. Yo creo que hay una epidemia de columnismo. Sí, yo creo que lo que le sobra al país es esa opinión instantánea, inmediata, sobre todo en donde todos somos automáticamente expertos en epidemiología y en salud pública. Yo creo que sí hace falta. Yo creo que hacen falta dos cosas: una, la voz de quienes conocen realmente de lo que hablan, o sea, sí creo que necesitamos expertos en salud pública que hablen, que ocupen los espacios mediáticos para que nosotros podamos aprender, y luego creo que hace falta también pues mayor gracia en en los espacios de la crítica. Sí creo que hay un exceso de opinionismo en donde a mí me parece muy lamentable que los periódicos presuman más a sus opinadores que a sus reporteros, me parece que eso es una distorsión espantosa de nuestra cultura pública.
RLC: ¿Qué piensas de los ensayos de Nicolás Medina Mora en Nexos? Estos en los que argumenta que debajo del supuesto progresismo de Morena se esconde lo que él llama “la reacción subterránea”, que en realidad es mucho más conservadora.
JSHM: A mí me parecen bien interesantes. Me han gustado mucho los textos que ha estado escribiendo Nexos. Me parece que es un proyecto de investigación fascinante porque trata justamente de escarbar en lo que aparenta ser muy progresista y debajo tiene un fermento súper reaccionario. Me parece muy interesante. Digamos, por ejemplo, su reflexión sobre sobre Pellicer y López Obrador. Me parece bien provocadora, me parece que tiene razón en esta identificación del poeta que es gran influencia en López Obrador y que no solamente es este socialismo cristiano, sino que es la adoración del héroe, es esta veneración al superhombre que salva a las naciones. A mí eso me parece que es una gran pista. De repente me parece que hay cosas que no me convencen. Lo que escribió sobre la cartilla moral me parece excesivo porque creo que en Alfonso Reyes sí hay un una vertiente conservadora en el sentido, yo creo, que más noble de la palabra conservadora en términos de prudencia, de cuidado, de escuchar lo que sucede en el entorno, de cuidar las plantas; pero no hay ningún elemento de radicalismo fascistoide que de pronto le quiere imponer Nicolás Medina Mora. Entonces me parece que es una gran avenida de exploración de qué hay detrás del bronce de nuestros héroes, pero creo que tiene de pronto el peligro éste de el llevarlo quizá dos pasos demasiado lejos.
RLC: ¿Qué opinión tienes que están totalmente en línea con el consenso?
JSHM: Pues yo creo que hay un consenso como de una nueva sensibilidad pública que yo creo que tiene que ver, por ejemplo, en términos del reconocimiento de las disparidades de género que creo que es un cambio profundísimo y aceleradísimo en la cultura contemporánea, que me parece que es el nuevo consenso al que me parece que me adscribo con mucha comodidad. Sí, sí creo que ahí hay una sacudida cultural profundísima y que lo que hay que hacer ahí es echarse el clavado y sumergirse en ese consenso.
RLC: ¿Si tuvieras control de las cámaras, de los congresos locales, qué reformas harías al sistema judicial?
JSHM: Jamás desearía eso. Parece que es un deseo espantoso. Eso de tener el control del poder, me parece horrible.
RLC: Lo uso como un mecanismo para preguntarte dónde flaquea el sistema judicial, que es lo que hay que cambiar urgentemente para tener una justicia más justa.
JSHM: No lo sé. No tengo un diagnóstico de cuáles son las tuercas que haya que apretar. No, no lo tengo claro. Estudié Derecho, creo que aprendí poco y lo poco que aprendí me he dedicado a olvidarlo desde que salí de la universidad, siendo que me parece que eso es un ámbito crucial para la vida mexicana, el tener un sistema judicial y un sistema legal confiable. Yo me atrevería a decirte que el tema, más que el cambio de las reglas o el cambio de la mecánica institucional, tiene que ver en buena medida con la cultura frente a la ley. Y en ese sentido, el que controle el Congreso no está en el sitio correcto para cambiar lo que hace falta cambiar. Me parece que tiene que ver con el fin de la impunidad y eso implica el que sí nos sintamos corresponsables del cuidado de las reglas. Es decir, no asumir que hay en cierto lugar jueces, en cierto lugar fiscales, en cierto lugar policías que son los que tienen que hacernos a todos cumplir las leyes, sino que todos deberíamos tener el impulso de hacerlo y no solamente de hacerlo nosotros, sino de vigilar que los vecinos la cumplan de alguna manera. Creo que sí tendría que ver con el asumir que eso tendría que ser un patrimonio común, entonces creo que es una respuesta bastante tramposa la que te dije.
RLC: ¿Deberíamos desechar al presidencialismo para instalar una democracia parlamentaria?
JSHM: No me parece que sea una pregunta relevante, aunque ha sido una pregunta muy repetida en círculos académicos de politólogos de hace varios años que nos decían que el problema tiene que ver con el diseño constitucional y que el sistema presidencial era un sistema equivocado para democracias jóvenes como las latinoamericanas e inestables, y que el sistema parlamentario es el que resuelve los problemas del pluralismo democrático. Yo no lo veo así. Yo creo que tendríamos en este momento problemas políticos y problemas democráticos muy parecidos si tuviéramos “Andrés Manuel López Obrador, el primer ministro”. A lo mejor tendríamos un problema más grave que podríamos tener constitucionalmente, un escenario del de “Andrés Manuel López Obrador, primer ministro durante 20 años”. El sistema presidencial finalmente tiene un horizonte claro de relevo que yo creo que es oxigenante.
RLC: ¿Qué piensas de adoptar la segunda vuelta en elecciones presidenciales?
Me parece que tienen principio sentido. Creo que es valioso el que tengamos a un presidente que tiene el respaldo de la mayoría de los votos. Creo que es también valioso el hecho de que haya un momento en que los electores puedan tener una segunda oportunidad para reconsiderar su decisión y que también opten a veces por el mal menor, que es el que se decanta en la segunda vuelta. Pero creo que es una decisión, regresando al tema institucionalista, que tiene que verse también en relación con otras decisiones.Si tenemos una segunda vuelta para el Presidente de la República ¿qué sucede con un Congreso en donde podemos tener una fragmentación de partidos porque el Congreso se elige en la primera vuelta? Bueno, ahí lo que podemos generar es una situación mucho más compleja para la democracia, porque inflamos la legitimidad de un presidente que se va a sentir el gran representante de la mayoría de la población, pero a lo mejor le quitamos los instrumentos para que pueda construir una mayoría en el Congreso. Entonces creo que son estas decisiones mecánicas de la política que tienen que pensarse integralmente.
RLC: ¿Es ciencia política, son ciencias políticas o no importa?
JSHM: Octavio Paz, lo mencionabas hace un momento, se burlaba de la expresión ciencia política. Yo creo que tiene razón con la burla. Yo estudié eso, no me convencí que merecía la palabra de ciencia. Yo no creo que sea una ciencia en la medida en que el conocimiento de lo político es es siempre muy limitado, y el tipo de conclusiones a las que podemos llegar son siempre conclusiones muy modestas. Creo que hay conocimientos rigurosos de lo político, hay conocimientos con un método muy estricto de lo político, pero yo sería muy escéptico de esta visión de convertirlo en un conocimiento que es propiamente científico. En la tradición más renacentista, yo creo que sí vale la pena hablar de lo político como el arte de lo político, porque cada momento es único, cada circunstancia es excepcional, y pensar en ese sentido que lo que funciona en un lugar funciona automáticamente en el otro lugar, que lo que funcionó ayer va a funcionar hoy, me parece que es lo que lo que lleva a errores terribles en la conducción de los gobiernos porque hace perder de vista que lo que tiene que haber ante todo en la política, a mi juicio, es prudencia. Y la prudencia no es ciencia, es sensibilidad.
RLC: ¿Qué parte de tu temperamento dirías que hace que tiendas hacia la prudencia? Es decir, ¿que parte de cómo creciste, dónde estudiaste, cuáles son tus intereses, que ese sea uno de tus valores principales?
JSHM: Pues yo creo que el hecho de no haber conocido en ningún momento la fe y de no haber transferido la fe antigua en los dioses, en la ciencia, en la razón, en la modernidad. Yo como que sí, desde muy temprano sentí mucha afinidad ante los escritores, ante las personas que asumen que no tienen nunca el volante de la vida y que en ese sentido pues uno tiene que acomodarse en en esto que es la ausencia de Dios y la limitación de la razón.
RLC: ¿Cómo podemos resolver que si las campañas son el momento menos racional del ciclo de vida político y el, digamos, el periodo de gobierno es más racional? Pero uno podría discutir que las campañas son tan o más importantes. ¿Cómo se puede resolver esa tensión?
JSHM: ¿Esos dos momentos? Pues me parece una súper pregunta. Yo creo que ahí la tarea tiene que ver con un régimen de exigencias. Sí creo que en el tiempo de las campañas, ahorita con lo que estamos viendo, pues yo creo que hay una tentación de los partidos políticos de lavarse la cara poniendo, en vez de políticos, a cantantes, a futbolistas, a estrellas de la televisión y usarlos como títeres. Me parece que lo que tiene que haber es una exigencia de afuera de la política para que esto sea muy costoso. Creo que es muy débil ese mecanismo en esta época.
RLC: Esta siguiente pregunta se la robé a @TradeGuy en Twitter, tiene que ver con lo que decías. Que haya tantos candidatos, deportistas, artistas, famosos y no políticos de carrera ¿es un problema de oferta? Es decir, ¿nadie quiere ser candidato y lo que llegue? ¿o es un problema de demanda, que los partidos no quieren poner a sus políticos?
JSHM: Yo creo que es la detección del problema que tienen los partidos, que es que venden un producto que nadie quiere, que son los políticos, y que la experiencia política en este momento no es algo que sea bien vista. Creo que, en ese sentido, pues los partidos tratan de de colgarse de la fama, tratan de colgarse de personajes que son reconocidos por otra cosa, pero yo creo que el mensaje, por ejemplo, de Paquita la del Barrio es terrible porque lo que anuncia es “yo no tengo idea de lo que haría si gano, pero me van a decir qué es lo que tengo que hacer”. Es decir, es esta idea del famoso muñequito que se usa para lo que le da la gana a los que son dueños de los partidos. Y yo creo que tiene sentido que en el Congreso estén personajes que meten voces distintas y yo creo que alguien en el mundo de la política, gente que viene de otros lados y creo que aporta, pero aporta a partir del hecho de que ha representado a los compositores, que se tiene una causa de promoción de los derechos de los futbolistas frente a los equipos y las televisoras, y en ese sentido, pues tiene algo que que los empieza a involucrar con la vida pública. En lo que hemos visto recientemente no hay nada de eso, sino simplemente es poner una foto de alguien que es conocido. Me parece muy, muy preocupante.
RLC: ¿Por qué son tan atractivas las teorías de conspiración para explicar fenómenos políticos?
JSHM: Pues porque es una religión secular, porque es una forma de creer en un dios todopoderoso que es más atractivo que el anterior porque es malo, porque puede hacer absolutamente todo, lo controla todo, nunca lo puedes ver y todo lo que hace es perverso. A mí me parece fascinante el fenómeno, por ejemplo, de Q-Anon. Me parece interesantísimo porque yo creo que lo que lo hace atractivo es que, en primer lugar, te descifra un mundo que no entiendes bien, que no te está tratando bien, pero lo entiendes, y no solamente eso, sino que te permite como subirte tres escalones y decir “yo ya sé lo que está pasando, todos ustedes son unos ignorantes porque están leyendo el New York Times y porque están viendo CNN, pero yo en realidad leyendo los mensajes en Facebook de Q, ya sé lo que sucede con estos pederastas satánicos que beben la sangre de los niños”, entonces yo creo que da una sensación de poder. Da una sensación de misión personal y da una sensación de que entiendes lo que está pasando en el mundo. Me parece interesantísimo el fenómeno.
RLC: ¿Cuál debe ser el balance correcto entre polarización y consenso? El consenso entre todos los actores de ninguna manera es sano para una democracia, pero la de la polarización extrema tampoco ¿cuál es el balance?
JSHM: Pues yo creo que el balance es el conflicto. Yo creo que una sociedad se oxigena en el conflicto. La noción de que todos estemos de acuerdo en todo me parece abominable, me parece asfixiante. En toda sociedad hay visiones distintas y creo que debe procesarse el desacuerdo, el conflicto en el entendido de que ese conflicto no nos da la misión ni el permiso de exterminar al otro, de pensar que el otro encarna el mal, sino que tiene o ideas equivocadas o defiende valores distintos a los míos o tiene una información que no es la que tengo yo, pero no es el sujeto que yo debo eliminar. Yo creo que la polarización llega a ese extremo de pensar “el que está del otro lado es el enemigo, es el anti México, es la antipatria, y por lo tanto no tengo ni siquiera que oírlo”. No se debe de combatir, me parece, la polarización con el consenso, sino con el conflicto pluralista, y el conflicto pluralista yo lo entiendo en el sentido de que pertenecemos simultáneamente a muchas, como fidelidades, identidades, grupos, asociaciones y en algunas cosas tú y yo nos podemos sentir cerca y en otras no, pero no pensar que la sociedad está partida de manera irreconciliable en en dos pedazos.
RLC: ¿Para resolverlo necesitamos más partidos, menos partidos o mejores partidos?
JSHM: Pues yo creo que necesitamos mejores partidos. No creo que sea un problema de número, pero yo tendería a decir “necesitamos más asociaciones”. Cuando hablamos de la, digamos, de esta participación en lo político, nuestra primera intención es hablar de los partidos, y debemos hablar de los partidos porque hay un episodio democrático crucial que necesita partidos, necesita partidos ahí en las elecciones y se necesitan partidos en el Gobierno, en el Congreso, etcétera. Pero yo creo que si pensamos en México, nuestra gran debilidad es que están más en el espacio de las asociaciones, que en buena medida tenderían a romper esa polarización, asociaciones que tienen que ver con lo que sucede en la escuela de nuestros hijos o en el barrio donde vivimos, y que es absurdo pensar que los asuntos que se discuten ahí tienen que ver con si estás a favor o en contra de la cuarta o sexta transformación.
RLC: Desde un punto de vista antropológico, ¿cuál es el comportamiento más extraño de los políticos mexicanos? Y me refiero a algo que todos comparten independientemente de su edad, de su partido, de la región de la que vienen.
JSHM: ¿Cómo?
RLC: A mí me da mucha risa que todos los políticos hacen lo que hacen por instrucciones de su superior. Entonces no es que el encargado de recoger la basura del municipio lo hace porque hace su trabajo, sino por instrucciones del señor presidente municipal o el subsecretario de Comunicaciones lo hace por instrucciones del señor secretario. Ese rasgo me parece extraño.
JSHM: Yo a ver… no sé si sea particular o como característico de México, pero a mí me llama la atención que hay, esto que mencionabas tú hace un momento, hay como un consenso del abrazo múltiple en los políticos, independientemente de después de saludarse, darse el abrazo, volverse a saludar y volverse a dar el abrazo. Hay una idea de que el otro es el enemigo, es decir, hay como una, como capa consensual de toda la reverencia de decir las cosas sin decirlas abiertamente y por el otro lado esta retórica de la polarización terrible, es decir, yo creo que hay una base que llamaría priísta de básicamente de un consenso, una nata de consenso que en el fondo impide el debate público, que no permite realmente la clarificación de las disyuntivas que hay en el país, como que hay una práctica muy común de decir, empezar el desacuerdo como con 6 disculpas: “mi querido amigo tal y yo respeto a fulano porque… pero a pesar de todo eso me permito tal”. Creo que hay una gran incapacidad para asumir las razones del desacuerdo con firmeza y sin insulto.
RLC: ¿Quiénes son los funcionarios públicos más importantes que nadie conoce? Y no me refiero a los nombres, sino a los cargos o las posiciones: es el subsecretario de Minería, es el director de Cooperación Institucional entre CISEN y el FBI, es el encargado de compras de la Secretaría de Hacienda.
JSHM: No sé qué decirte. ¿Quién puede ser? ¿Te refieres en este momento?
RLC: En general, en el sistema, digamos.
JSHM: Yo creo que podría escribir… Se han escrito muchos libros sobre el presidencialismo mexicano. Me parece que podría escribirse un libro sobre el secretario particularismo mexicano, es decir, cuál es esa función de la persona que los altos funcionarios del presidente, pero también los secretarios y directores de las grandes empresas públicas, tiene, este personaje que es el que abre y cierra la puerta, define cuál es la persona que tiene acceso y quién no lo tiene, la persona que tiene la capacidad de confrontar a las personas de los equipos políticos, etcétera. Esa persona que normalmente es una persona que no da la cara, de la que se conoce poco, pues me parece que ejerce un poder inmenso porque finalmente el que tiene un poco el control de la agenda de quien decide.
RLC: ¿Cómo entiendes el rol del intelectual público?
JSHM: Pues me parece que su labor es la de la crítica independiente. Diría de la crítica independiente frente al poder, evidentemente. Es decir, el intelectual público yo creo que no debe caer en la tentación de imaginarse asesor, ni siquiera asesor público, ni siquiera asesor a través de lo que escribe, sino de ejercer la crítica, pero me parece que también el intelectual público también se beneficiaría de ejercer como intelectual solitario. A mí me incomoda mucho la tendencia, que en este gobierno se ha aumentado enormemente, de como de la propensión gregaria de los intelectuales para tener una posición común frente al gobierno de López Obrador. Yo creo que esa es una renuncia de la crítica, porque la crítica yo la entiendo en términos personales, es decir, el intelectual público me parece que habla, dice Octavio Paz, el escritor escribe, el intelectual debe escribir desde su escritorio, no desde la iglesia, ni desde la oficina del partido, ni desde la burocracia, sino desde su escritorio. Me parece que eso también implica como una responsabilidad muy individual frente a lo que se observa, y creo, y en eso me parece que estarían en desacuerdo muchos amigos míos y mucha gente que admiro mucho, no debe nunca escribir en primera persona del plural. Yo creo que nunca debe decir “nosotros pensamos esto”, y por eso creo que no debe ser un abajo firmante.
RLC: ¿Qué novelas hay que leer para entender al México contemporáneo?
JSHM: Pues es una muy buena pregunta que se la diriges a una muy mala persona para darte una respuesta. Yo soy un muy mal lector de novelas, pero te diría que de lo que me ha sacudido recientemente, y de lo poco que me animo a leer como ficción, son las cosas que escribe Fernanda Melchor. “Temporada de huracanes” me parece una bomba, me parece no solamente verbal, sino de lo que refleja de este México atroz, y lo que está publicando ahora.... justamente está por salir su su novela “Paradise”, me parece que se llama, y que ya en España la están sacando en la segunda edición.
RLC: ¿Qué te enseñó, Jesús, ser hijo y nieto de dos miembros tan importantes y tan reconocidos del sistema priísta? Y en un sentido quizá más a lo que te dedicas hoy, ¿cómo influye eso en tu forma de pensar y analizar la política?
JSHM: Pues lo que te diría es que lo que hizo es que me formó en discusiones constantes sobre lo público, es decir, siempre estuve yo escuchando que en la casa se hablaba de lo que pasaba en en el gobierno, de lo que pasaba en una institución pública, de cuáles eran los retos, de cuáles eran las broncas, de quiénes eran los tranzas que había alrededor, de cuáles eran los enemigos, de lo que se estaba tratando de hacer como con un sentido... O sea, creo que en primer lugar, pues como una motivación de algo que era muy importante y muy valioso. Al mismo tiempo también como el reconocimiento de cosas en donde yo no me ubicaba cerca. Relativamente pronto también me di cuenta que que el servicio público, entendido como la participación en una responsabilidad de gobierno, no era algo en donde yo sería o donde yo lo haría bien, donde me sentiría a gusto, pero creo que también tiene que ver con una admiración y con un gran respeto por la gente que encuentra esa vocación de servicio y una antipatía ante quienes piensan tienen esta condena brutal a como a un régimen y usar solamente una brocha para hablar de muchas décadas, y quienes tienen esta cosa, como también muy simplona de decir “si estuviste aquí eres cómplice”. Entonces creo que también como la advertencia de pues de hubo gente muy admirable en en el pasado relativamente reciente del país.
RLC: ¿Tenía razón Vargas Llosa cuando llamó al régimen priísta la dictadura perfecta?
JSHM: Me parece que no. Me parece que es una gran etiqueta, es una fórmula brillante y yo creo que no. Yo creo que no tenía razón. Y no tenía razón ni en el sustantivo ni en el adjetivo. Era un régimen no democrático el PRI, no era una dictadura. Y que no sea una dictadura es, por ejemplo, para hablarlo en el contexto latinoamericano, pues seguramente una de las razones por las cuales muchos de los que huyeron de las dictaduras en el Cono Sur, buscaron a México, en donde podían decir lo que pensaban, donde podían publicar, donde tenían un margen enorme de libertades, aunque no había una competencia democrática, un espacio pluralista en términos propiamente democráticos, entonces yo creo que era un régimen autoritario el régimen priísta. No era un sistema democrático, pero una dictadura me parece que es... La palabra dictadura me parece imprecisa, y desde luego que no era perfecta y tan no era perfecta que poco tiempo después se le perdió el poder, entonces no, no me convence la fórmula de Vargas Llosa. Lo que es interesante de Vargas Llosa, que me parece que sí merece como una gran reflexión, es que lo que estaba atacando Vargas Llosa era sobre todo el el sitio de los intelectuales en el régimen priísta. Estaba hablando de este autoritarismo habilidoso que lograba congraciarse con los críticos, y yo creo que en eso sí tenía mucha razón Vargas Llosa.
RLC: ¿Cuál era la fuente del poder real de los presidentes priístas entonces?
JSHM: Pues yo creo que era el hecho de que tenía el control de la estructura administrativa, tenía el control de un partido político que era disciplinado y que ocupaba prácticamente todos los espacios de la representación en el país, que tenía control de las representaciones corporativas, de los sindicatos, de las organizaciones campesinas, de que tenía en la bolsa durante muchísimo tiempo a los representantes de los empresarios, es decir, sí era como la cabeza de este pulpo que tenía los tentáculos en toda la sociedad mexicana y que durante algún tiempo fue capaz de ser un agente distributivo, de ser una palanca de cambio de urbanización, de industrialización, de crecimiento económico durante varias décadas. Entonces, yo creo que era su control administrativo, partidista, político, regional, corporativo, empresarial, etcétera.
RLC: ¿Cuál es el cambio más importante que sufrió el régimen priísta? Porque sí, es cierto lo que dices, fueron siete décadas, no se pueden pintar con una sola brocha, pero ¿hay puntos de inflexión que identificas en esas siete décadas?
JSHM: Yo todavía llegué a vivir como la sacralización del presidente. Esto que mencionaba en algún momento Héctor Aguilar Camín de lo que él sentía cuando leía a Cosío Villegas atacar a Echeverría. Yo no leí a Cosío Villegas en esos momentos, pero sí recordaba al presidente como el personaje incuestionable en donde en la televisión todo el tiempo era las grandes cosas que hacía el presidente y nadie atreviéndose a cuestionar. A mí me parece que el gran cambio de la transición tuvo que ver con eso, con que a Ernesto Zedillo, a Vicente Fox, a Felipe Calderón, a Peña Nieto, se les criticaba constantemente en todos los ámbitos. Decía Monsiváis “antes era muy valiente el que criticaba al presidente, ahora es muy valiente el que lo defiende”, y es lo que me preocupa un poco de ciertos ámbitos del Lopezobradorismo, que también es una figura totémica.
RLC: ¿Qué objetivo tenemos que alcanzar o qué tiene que pasar para que podamos decir que ya se concretó la transición democrática?
JSHM: Pues yo creo que es muy complicado eso porque la pregunta supone como un punto de llegada en donde de repente dices “ya llegamos” y creo que esa es una mala idea, y creo que es una mala idea que tuvimos a finales del siglo y creo que nos tragamos esa pregunta, y creo que no es que la podamos responder bien, sino que la pregunta misma creo que es equivocada. O sea, creo que nos equivocamos porque asumimos en algún momento que el punto de llegada eran elecciones libres, o que el punto de llegada era la derrota del PRI, o que el punto de llegada era que el Congreso le dijera “no” al presidente, y yo creo que el régimen democrático es... O sea, no tiene como en el GPS de la política un punto de “aquí está”, sino que es una zona que se está moviendo constantemente en donde sí podemos decir “alcanzamos la democracia en este ámbito de las elecciones”, y eso hay que celebrarlo y hay que cuidarlo, y sí alcanzamos un momento de mayor democratización en términos de que hay medios infinitamente más críticos que los que teníamos hace treinta años, en términos de igualdad de los mexicanos ante la ley, no hemos avanzado gran cosa, y ese es un punto crucial de la democracia. Entonces siento que es como un destino movible y son simultáneamente muchos destinos que están todo el tiempo en riesgo. Puede haber un retraso electoral, sí puede haber un retraso en lo que hemos ganado en términos de libertad de expresión, puede haber un avance en términos de libertad sindical en estos días, por ejemplo, y eso es muy valioso. Pero entonces siento que la idea… Pensamos en la transición como un tren: “estamos en esta estación, llegamos a la segunda, llegamos a la tercera y ahí ya dice democracia”. Creo que no va por ahí, sino que son muchos vagones que van a lugares distintos, y en muchas cosas retrocedimos en términos de democracia local. Seguramente estamos peor que hace 20 años.
RLC: ¿Por qué te gusta, o por qué es buen disco, “El mal querer” de Rosalía?
JSHM: Esa pregunta me parece extrañísima. ¿Eso lo puedes poner en duda? Me parece fantástico disco. ¿A ti no te gusta?
RLC: A mí me gusta mucho, pero, digamos, tenemos concepciones del mundo distintas, somos de generaciones muy distintas. Me parece interesante. ¿Por qué te gusta tanto? ¿Por qué te gustó tanto?
JSHM: Bueno, en primer lugar me parece una voz maravillosa la de Rosalía. Me parece que es una voz de un arco como de la dulzura a la gravedad maravilloso. Me encanta la manera en que revive la tradición profundísima del cante del flamenco, los acordes que hay ahí, lo que hay como subterráneo en esa musicalidad me parece maravilloso. Y luego me encanta el hecho de que es un disco. Es decir, si hay ahí una historia maravillosa que empieza, transcurre, tiene sorpresas, cae y luego desemboca en algo, es decir, sí hay un relato maravilloso en ese disco.
RLC: ¿Qué es lo que más disfrutas de Monty Python?
JSHM; La inteligencia de la estupidez. O sea, me parece genialmente estúpido y al mismo tiempo inteligentísimo. Me parece que es como esa, esa inteligencia que es, en el fondo, imbécil.
RLC: ¿No tienes algún momento favorito de Monty Python? El mío es, por mucho, The Ministry of Silly Walks.
JSHM: No pues eso nos hermana eternamente. Bueno, es que hay muchos. La carrera en bicicleta de los pintores, ese es genial. La que es fantástica también es “La noche electoral”, no sé si has visto ese sketch, en donde están anunciando los resultados y está el el candidato de el Silly Party y el candidato del Extremely Silly Party. No sé, es que todo, todo es una maravilla.
RLC: Me quedan nada más par de preguntas sobre tus hábitos de trabajo, es decir, ¿cómo decides qué tema se va a convertir en una columna, qué tema se va a convertir en un ensayo, qué tema se va a convertir en una entrada de tu blog?
JSHM: Creo que lo del artículo semanal que hago a mi me parece que ya es pues una parte como de la disciplina de mi semana, y es algo que me parece como muy estimulante el hecho de tener como una semana de ver qué caza uno o que brinca de pronto, finalmente eso lo decido en el último momento, y a mí lo que me gusta mucho de ese proceso es que puedo haber encontrado un momento o un discurso o una ley que quiero comentar, y descubrir que en el momento de escribir, lo que quiero decir es algo distinto a lo que pensaba originalmente. Y bueno, luego lo que quiero escribir con un poco de mayor concentración pues tiene que ver con el hecho de que no se agota algo que dije en una columna, pero finalmente creo que sí es un poco el artículo inmediato es como el ejercicio para algo posterior.
RLC: ¿Eres muy rutinario?
JSHM: Sí, creo que sí. Sí, tengo mis hábitos, tengo como mis costumbres de trabajo y de distracción.
RLC: ¿Cómo son? Es decir, yo trato de tener un día muy ordenado porque si no puedo pasarme, como voy a hacer esta tarde, toda la tarde viendo Monty Python en YouTube y trato de ser muy ordenado…
JSHM: Está todo en Netflix, está Monty Python.
RLC: Ah, ese es un....
JSHM: Todas las series de Flying Circus.
RLC: Ah, las voy a ver, porque vi que está esta Life of Brian, pero no sabía que estaban las series.
JSHM: Lo que es maravilloso es eso, ver las animaciones, luego sus pleitos con la BBC... Divertidísimo.
RLC: Los filósofos alemanes jugando fútbol eso está...
JSHM: Es genial, el partido de los alemanes contra los atenienses, y Carlos Marx haciendo ahí, calentando.
RLC: Lo que más me gusta de ese sketch es que es Sócrates y Aristóteles y del otro lado está Wittgenstein y Marx, y también está Beckenbauer.
JSHM: ¡Y está Beckenbauer! Eso es genial
RLC: Ese es mi favorito.
JSHM: Es buenísimo
RLC: Última pregunta, Jesús, porque te he ya robado más tiempo el que iba a robar. ¿Qué recomendación le harías, o qué consejo práctico no obvio le darías a una persona de dieciséis, diecisiete años que quiere tener una carrera similar a la tuya? No idéntica, obviamente, pero similar.
JSHM: Pues. no sé. Yo lo que creo que… Qué incómodo es esto del consejo, me siento ahí el abuelo dando consejos con la chimenea al lado. Yo creo que lo que ayuda es encontrar algo que te guste, y si las cosas que te gustan son distintas y disparatadas y no tiene nada que ver una con la otra, para mí me parece que mejor. O sea la idea de la concentración académica, la concentración profesional o la concentración como vocacional a mí me parece que hay muchos que les funciona de manera fantástica, y que bien que haya gente con esa trayectoria. Yo me siento mucho más cerca de quienes van pizcando cosas y se distraen y se van para el otro lado y no tienen esa congruencia vocacional. Entonces a mí me parece que estás como cuates que están pensando que estudiar y que dicen “es que a mí me gusta música, pero también me gusta historia y me encantan las matemáticas y tal”, qué maravilla. Ojalá puedas tú acomodar todas esas cosas para pasarla mejor, decir… La idea como de “tú tienes que agarrar cuando te vayas a la universidad una tijera y cortarte un brazo de lo que te gusta” me parece espantoso, y siento que de pronto eso es como la inclinación de nuestro tiempo: “elige uno y sigue derecho y no andes pataleando”.