Galia García Palafox sobre hacer periodismo, entender a los gringos y comer en Ensenada
Galia García Palafox es periodista. Es colaboradora de Así Como Suena (podcasts para los que ganó el Premio Nacional de Periodismo). Ha sido jefe de información en Milenio TV, coordinadora editorial de Gatopardo y editora en jefe de Milenio Digital. Estudió Derecho y una maestría en Periodismo en Columbia. Hablamos sobre periodismo, los nómadas digitales y dónde comer (y qué pedir) en Ensenada, Baja California.
Pueden escuchar la entrevista en Apple o Spotify También pueden leerla aquí abajo. La transcripción viene de un software y puede tener errores.
RLC: Galia García Palafox, bienvenida al podcast.
GGP: Hola, Ricardo, qué gusto verte.
RLC: Mucha gente escribe cuando tienen episodios favoritos y uno de los episodios que más personas me escribió para decirme fue cuando estuviste y estuvieron también Mariana y Julene, mundialmente conocidas por Desenredar la madeja. Y entonces dije “las voy a invitar otra vez, pero por separado, para respetar el formato del podcast”. De todas las cosas que me preocupan con quien más quiero hablar es contigo, porque somos los más parecidos que hay, los más ansiosos.
GGP: Un poco sí, pero además acabamos de sacar… Bueno, la semana pasada, el último episodio de la temporada de Desenredar la madeja, sobre sororidad.
RLC: Ya lo escuché y ya estoy esperando la siguiente temporada, pero sé que tienen problemas de producción, entonces no voy a meter más presión.
GGP: No de producción, de financiamiento, pero esperemos que sí y que sea ya pronto. Va a haber algo, eso sí.
RLC: Si usted es muy rico y le gustan los podcasts, contácteme para patrocinar primero este y después Desenredar la madeja.
GGP: Podemos hacer un paquete.
RLC: Totalmente. Bueno, hablemos de periodismo, Galia. ¿Cuál es tu primer recuerdo periodístico? ¿En tu casa se leía el periódico, veían las noticias o cómo era?
GGP: En mi casa todo. En mi casa se leía el periódico, se veían las noticias, se escuchaba el radio. Pero a ver, estoy hablando no de la Ciudad de México, sino de Ensenada, Baja California, que ahorita lo piensas y piensas en vinos y valle y comida deliciosa, bueno, eso siempre ha habido, pero no había nada más. Era una ciudad pequeña en la frontera, donde… Imagínate que tengo recuerdos de que la televisión local empezara a las 3 de la tarde, y esto era no sólo porque eran los ochentas, sino porque no había mucha conexión con el centro del país. Sí veían los adultos a Jacobo Zabludovsky, pero no había noticiero matutino, todo lo demás era en inglés, o sea, en mi casa había cable en inglés. ¿Por qué? No lo sé. No sé si todo mundo tenía eso. No creo que hubiera cable mexicano, digamos, entonces lo que había era una repetidora donde Televisa empezaba a las 15:00 de la tarde. Se leía el periódico local que se llamaba El Mexicano, se leía el semanario, que sigue siendo Zeta, se escuchaba el radio, se veían las noticias locales y se veía a Jacobo Zabludovsky, eso en mi casa. Y luego mi papá sí leía como los grandes periódicos nacionales y Proceso, la revista Proceso, siempre, todos los martes de su vida, y así será hasta el último martes de su vida. Pero luego, cuando yo ya estaba un poquito más grande, me mandaba a comprar los periódicos como El Universal, La Jornada y Reforma a una farmacia, porque solo llegaban tres periódicos de cada uno o cinco, tal vez, no sé cuántos, y se los apartaban y los vendían en una farmacia, no sé por qué en una farmacia. Y entonces yo iba en la tarde por los periódicos y mi papá leía El Universal, La Jornada, Reforma en las tardes y a veces leía tres de corrido porque no había ido dos días por ellos, ¿no? Y sólo llegaban cinco. O sea, esa era como nuestra conexión con el centro del país. Pero sí, siempre se leyeron muchos periódicos, se vieron muchas noticias.
RLC: No lo había pensado, pero seguramente con la radio podías escuchar estaciones del sur de California.
GGP: Por supuesto que no me interesaba escuchar noticias gringas, pero pues crecí escuchando las estaciones de radio musicales del sur de California.
RLC: Ok, entonces estás creciendo en ese ambiente, que es un ambiente que debe haber sido muy particular porque no me imagino muchas casas en la República Mexicana a mediados y finales de los 80 en donde hubiera un consumo de noticias tan alto. ¿Tienes recuerdos de cuando eras chica de noticias? Obviamente el terremoto, la elección del 88, pero ¿tienes recuerdos específicos de noticias?
GGP: ¿Que me marcaron? Mira, tengo el terremoto del 85, sí, por dos razones, porque mi abuela estaba en Jalisco, de donde es además, y todo el mundo estaba asustado y no la podían localizar. Y además ese día es el cumpleaños de mi mamá.
RLC: Y de mi papá.
GGP: Ah mira, el 19 de septiembre, y de Julene Iriarte, pero tengo este recuerdo, estando viendo la televisión en mi casa, sobre la Guerra del Golfo y Erica Vexler, la corresponsal de Televisa, está en un baño, es una escena muy famosa, ¿te acuerdas? Entonces ella dice “hay bombazos, estoy oyendo las bombas”. Luego resultó no ser completamente cierto y no sé quién era, pero yo supongo que era López Dóriga, está con ella al teléfono todo este tiempo. Y en mi casa estábamos como en shock viendo eso, el mundo se iba a acabar, esto era la tercera guerra mundial y yo tengo la gracia de decir “yo quiero hacer eso en la vida”. Me acuerdo que mi mamá se enojó, o sea que su respuesta fue “¿cómo es posible que digas eso? ¿no estás pensando en lo que está pasando, para empezar, sino en que tú quieres ser esa encerrada en un baño cuando están volando bombas en el piso de arriba o afuera?” así como “¿qué clase de persona eres? ¿qué clase de hija crié?” Ese es uno de los grandes recuerdos que tengo.
RLC: ¿Antes nunca habías pensado en querer hacer periodismo? ¿Ese es el momento en el que tu cabeza hace click y dice “Guerra del Golfo, yo quiero estar ahí”?
GGP: Yo no sé en qué momento quise hacer eso, pero yo siempre quise hacer eso. A ver, te voy a decir algo, y es por esto que te cuento que veíamos televisión gringa. Yo tengo más recuerdos de Jorge Ramos que de Zabludovsky o López Dóriga. En mi casa se veía, entre muchas otras cosas, un canal que antes era Univisión, que se llamaba SIN, y entonces veíamos las noticias con Jorge Ramos y yo crecí teniendo una admiración por Jorge Ramos. Además era muy guapo cuando era joven. Luego se me quitó un poco, la verdad, y no sé en qué momento empecé a decir “yo quiero ser periodista”, pero yo creo que más o menos como pues por esas épocas, o sea muy, muy chica, sin tener muy claro ni qué era el periodismo, y tampoco es que fuera... O sea, yo admiro mucho a estos periodistas que dicen “es que yo siempre quise ser el que informa…”
RLC: No les creo nada.
GGP: “... y descubrir grandes tramas de corrupción”. Yo tampoco. Yo no. La verdad es que en mí no había un fin público, yo quería estar ahí.
RLC: Sí, como cada vez que un periodista me dice “ah, es que a mí el periodismo me importa porque quiero ser la voz de los que no tienen voz y quiero ponerle presión a los poderosos y…” No les creo nada. Claramente todos queremos ser periodistas cuando tenemos 14 o 15 años porque queremos viajar a donde están pasando las cosas, porque queremos conocer el mundo. Creo que es una cosa mucho más egoísta o individual que esta cosa medio de monje “me voy a postrar ante la diosa de la justicia y la democracia y que haga conmigo lo que quiera”.
GGP: Yo no soy un monje, no soy una carmelita descalza, de verdad, esas nunca fueron mis intenciones. Yo ni siquiera tenía idea cuál era el fin del periodismo cuando tenía 12 años. Yo quería estar ahí. O sea, creo que sí quería contar lo que veía, sí quería como poder explorar eso y después transmitirlo. No lo tenía así de claro, pero el fin era totalmente personal.
RLC: ¿Y estudiaste derecho porque tu mamá te dijo “no seas periodista, estás loca”?
GGP: Un poco, sí. Estudié Derecho por terca y por necia, la verdad. Empecé a estudiar Derecho después de regresar un año de vivir en Estados Unidos, hice un año de prepa en Estados Unidos y entonces cuando estaba allá me dijeron “tienes que venir a hacer un examen para una universidad” y yo dije “ah no, porque luego mi visa no sé qué”, dije, “cuando regrese veo”. Regresé y dije “ah, voy a tomar un año de descanso”. Y mi mamá dijo “en esta casa se estudia o se trabaja, así que tú sabes qué haces”. Entonces fui a inscribirme a la Universidad Autónoma de Baja California y, no me preguntes por qué, yo me registré para Derecho, o sea, me matriculé en Derecho, pasé el examen y todo. Hice un año de la carrera en Mexicali, en Baja California, y decidí que no era la escuela para mí. Y entonces dije “me quiero ir”. Y primero sí pensé en cambiarme de carrera y entonces me fui a Guadalajara, hice examen en el ITESO y en la Universidad Panamericana, y yo creo que sólo por necia, porque no tenía idea bien de nada, por una rebeldía tonta y muy boba, la verdad, dije “voy a estudiar Derecho y voy a estudiar Derecho en la UP”, que es una escuela del Opus. Y mi papá decía “yo creo que el derecho no es para ti y además, pues esa no es tu realidad, tú no vienes de ahí”. Venía de una familia católica, mi mamá es muy católica, la familia de mi papá también de otra manera, pero de un catolicismo mucho más cargado a la izquierda. Y me puse necia y fui a la Universidad Panamericana y estudié Derecho y fue una gran universidad, pero a los dos años yo ya sabía que yo no quería hacer eso.
RLC: También he conocido muchos que estudiaron derecho y que nunca ejercieron y que sabían desde el primer o segundo semestre que no querían entrar a un despacho, que no querían trabajar, porque de pronto existe este mito de que si eres abogado puedes trabajar en lo que sea.
GGP: Que no es tan cierto, pero tampoco está tan fuera de la realidad. A ver, yo creo que me tardé como unos cuatro semestres en darme cuenta que yo no quería eso. Cada vez me gustaba menos porque cada vez se hacía más práctica la carrera. Entonces, mientras todo era como teoría del derecho, derechos humanos y demás, todo bien, pero ya cuando empezaba como cosas de litigio y demás, ahí ya me había dado cuenta que yo no me quería dedicar a eso, y todavía me quise cambiar de carrera como la mitad de carrera. Estaba tan perdida que no estaba segura si a literatura o antropología. Y entonces sí, le hablé a mi mamá y le dije “oye, es que me quiero cambiar de carrera”. Y mi mamá, muy inteligentemente, me dijo “está muy bien, si no es esto lo que quieres, perfecto, nosotros te apoyamos siempre, nada más que ya llevas dos años o tres, no sé cuántos, de carrera, de colegiaturas, dos universidades, entonces, ¿qué te parece si esta tercera vez te la pagas tú?” Y entonces me pareció perfecto, dije “bueno, voy a la universidad pública”, pero además vivía fuera de mi casa porque vivía en Guadalajara, mi familia es de Ensenada, y salí a buscar trabajo y estaba yo capacitada para nada en la vida, a lo mejor para servir helados. Y entonces me di cuenta de que pues no me iban a salir las cuentas. Volví, agarré el teléfono y le dije a mi mamá “¿cómo ves si termino esta carrera?” y me dijo “muy bien”.
RLC: Entonces, décadas después, con tantísimos años de experiencia y, como dicen los gringos, todos los accolades que tienes como periodista, ¿para qué sirve el periodismo?
GGP: La definición que más me gusta del periodismo es que es el primer borrador de la historia.
RLC: Sí, es muy bonita esa.
GGP: Creo que esa es quizá la definición que más me guste, pero yo creo que sirve para generar entendimiento, para tomar mejores decisiones en tu vida, en las urnas también. A veces creo que para eso le debe servir al público el periodismo, pero también me gusta mucho esta idea de que el periodismo sirve para generar o debe servir para generar entendimiento, para entender y entendernos mejor.
RLC: Me gusta muchísimo eso que dices, porque uno, lo de la historia, el primer borrador de la historia, me gusta mucho, porque la columna de Ciro en Milenio y El Universal se llamaba La historia en breve, que siempre me gustó eso. Y entonces creo que a él le robé por primera vez lo de el primer borrador de la historia o la historia en presente. Eso me parece que tiene mucho sentido en tanto que sí alguien o algo, una institución, en este caso del periodismo, tiene que consignar lo que está sucediendo. “Se inundó tal cosa”, “se inauguró este edificio”, como muy seco. Pero también, y esa es la parte que más me gusta, es esta que como que construye un puente de empatía entre personas. Lo expresé muy mal, pero sabes a qué me refiero.
GGP: No, sé perfectamente a qué te refieres. Cuando empiezo la clase de periodismo narrativo que doy en la Ibero siempre empiezo con esa definición, con la de El periodismo es el primer borrador de la historia, pero quizá el periodismo narrativo pueda ser el segundo borrador de la historia, porque el periodismo narrativo o el periodismo como de segunda mirada, no necesariamente el periodismo narrativo, puede llegar con otra visión, puede llegar un poquito después a ver las cosas desde un ámbito un poquito más grande, y sobre todo, a esto que tú decías, a ponerle una cara a las historias, a volver a las historias humanas, porque además son las historias las que nos vuelven humanos. Esto no lo dije yo, no sé quién lo dijo.
RLC: Por supuesto que las historias son las que nos dan identidad, cultura, nos acercan el uno al otro.
GGP: Y porque, y esto creo que sí lo voy a decir yo la vida solo se puede contar en historias. Sólo somos capaces de contarnos nuestras vidas a partir de pequeñas historias, y por eso me gusta mucho el periodismo narrativo. Me gusta mucho el periodismo, cada periodismo tiene lo suyo, porque sí creo que nos ayuda a generar un mejor entendimiento y porque esas pequeñas historias y esas historias que a veces parecen muy privadas, en realidad apuntan a una verdad más universal y a un mundo mucho más grande.
RLC: Digamos que te hacemos emperadora del periodismo mexicano o zarina.
GGP: Zarina me gusta.
RLC: Zarina del periodismo mexicano, y tienes todo el poder y toda la autoridad para hacer cambios. ¿Cuáles implementaría para mejorar la calidad del periodismo que tenemos? Te diría de hoy para mañana, pensando en la edición del periódico de mañana, pero también en un plazo un poco más abierto y más lejano.
GGP: O sea, creo que el periodismo mexicano como tal no existe o es muy difícil como contarlo, porque hay muchos periodismo, y el periodismo que se hace en la revista Proceso es totalmente distinto del periodismo que se hace en la televisión local de Hostotipaquillo de Ensenada, si es que todavía existen, porque cada vez hay menos periodismo local. Pero lo primero que le pondría es dinero, mucho dinero. Bueno, no sé si mucho dinero, pero sí, lo primero que le pondría al periodismo es dinero.
RLC: ¿Te refieres a dinero para pagar mejores sueldos, para comprar cámaras nuevas?
GGP: Cuando conversábamos, de qué íbamos a hablar y me decías “a lo mejor de los problemas del periodismo mexicano”, medio hice una lista de cuáles serían. El primer problema es económico, el primer problema que tiene el periodismo mexicano… A ver, antes de esto. No existe la época de oro del periodismo mexicano. Cuando la gente se queja y dice que el periodismo mexicano está fatal, ¿cuándo estuvo bien?
RLC: Yo la sigo esperando. Estoy de acuerdo.
GGP: A ver, es cierto. Hubo una época en la que había Proceso y había Unomásuno, pero no es que además de eso hubiera Le Monde y el New York Times y la BBC.
RLC: Yo creo que tenemos como muy mitologizados al Unomásuno y a Proceso, con el respeto que me merecen los viejos, pero yo he regresado a esas revistas y al Unomásuno y eran lo mejor que teníamos, por mucho, pero no es así que hayan cambiado para bien la historia del periodismo, ni que eran infalibles ni que hacían todo espectacular.
GGP: Y no es que hoy no haya cosas buenas, también hay cosas buenas, pero a ver, creo que volviendo a lo del dinero, el primer problema del periodismo es económico por muchas razones, porque el modelo de negocios que funcionaba, pues un día se agotó, el modelo de de los anuncios se agotó y luego llegó la era digital y no supimos cómo enfrentarlo y cómo cambiar ese modelo de negocios. Y entonces llegó Google y pues resulta que Google vende anuncios como por .00001 centavos, entonces ¿por qué le vas a comprar directamente a un medio si le puedes comprar a Google? Y luego está el otro dinero, que es el dinero público, que en esta administración se ha repartido mucho menos. Yo no estoy en contra del dinero público en los medios ni de la publicidad, pero sí de la relación perversa que puede generar ese dinero. O sea, puede haber una relación perversa en la publicidad oficial y luego hay una relación perversa entre muchos medios y el poder.
RLC: En la relación perversa con el dinero público creo que se explica muy fácil, porque en muchos lugares, sobre todo en los medios… Digamos, el medio más grande de un estado o el medio más importante de una ciudad mediana, Querétaro, Morelia, Veracruz, casi siempre depende del dinero que le paga el gobierno del Estado, y eso es muy malo. Y la otra parte que dices, que creo que es peor, es que los mismos empresarios que son dueños de grandes conglomerados mediáticos, son dueños de otro tipo de empresas que necesariamente dependen del gobierno, como empresas constructoras de infraestructura o empresas que le prestan servicios médicos.
GGP: De lo que quieras.
RLC: Igual y tu medio pierde dinero, pero no importa porque lo tomas como cost of doing business de tus otras empresas. Yo creo que yo prohibiría… No sé si prohibiría es la palabra, pero no me gusta que los grandes conglomerados de empresarios tengan también en sus manos los medios porque los usan no para lo que deberían ser.
GGP: No sé si eso se pueda prohibir. O sea, tal vez se pueda regular. A ver, el periodismo cuesta. El buen periodismo cuesta. La seguridad cuesta. La seguridad de los periodistas cuesta. Y la independencia cuesta. No sé si acabo de decir un oxímoron, la independencia cuesta, pero la independencia es cara.
RLC: De acuerdo.
GGP: No me atrevería a decir qué haría y cuál sería el modelo perfecto, porque además creo que nadie lo ha encontrado. Creo que el modelo perfecto es dinero, recursos para hacer buen periodismo, reglas claras en el periodismo, sin duda, y hacer buen periodismo. Y yo diría que eso es lo más básico. Empecemos por ahí, luego que los financieros nos digan cuál será la mejor forma de hacer eso, pero me da confianza ver que hay medios que lo siguen logrando. O sea, el buen periodismo sigue funcionando y sigue siendo sustentable.
RLC: Sí, aunque en México, como todo es medio chueco, puedes tener en el mismo canal de televisión, el mismo periódico, la misma radiodifusora, el mejor periodismo posible y el peor periodismo posible conviviendo. Sí, lo entiendo porque tiene que ver con la economía política del medio. De pronto, si tienes un programa que es de cierto estilo pero no vende anuncios, necesitas tener un programa de otro tipo de estilo que le venda anuncios al gobierno, al Estado, lo que sea. Pero de pronto no me lo explico más allá de eso. En México el periodismo que se hace muy bueno también es en los lugares donde se hace el peor periodismo posible.
GGP: Sí, por eso decía, no existe la época de oro del periodismo y tampoco existe un solo periodismo. Hay gente que está haciendo un súper periodismo en México, pero también hay cosas terribles y estamos en un muy mal lugar como periodistas, además.
RLC: ¿Crees que en general Twitter ha tenido un efecto positivo o negativo en el periodismo mexicano?
GGP: A ver, creo que las redes sociales no pueden más que tener un efecto positivo y la conexión del mundo no puede tener más que un efecto positivo en el periodismo, porque tenemos la posibilidad no solo de tener una relación más cercana con los oyentes, con los con los televidentes, con los lectores, con las audiencias en general y conocerlas mejor, pero también de hacer un periodismo más colaborativo. Esta idea de que ahora todos podemos ser periodistas un poco es cierto. El asunto es que muchos quieren ser periodistas sin la responsabilidad del periodismo. Eso por un lado, pero por otro lado, como todo, pues también ha creado unas burbujas terribles. Y también creo que, además, el algoritmo nos hace daño en términos informativos, sí nos polariza cada vez más, porque resulta que si yo quiero ver qué está haciendo la derecha contra, no sé, para tratar de impedir la legalización del aborto en todo el país, pues luego el algoritmo me va a dar información solo… O si soy súper 4T y veo, no sé, alguno de los youtubers pro 4T pues luego me va a dar sólo eso. Eso también es cierto. Hay una parte en las que nos ha hecho daño Twitter, yo creo que a los periodistas más que al periodismo, y por lo tanto al periodismo. Creo que sí vivimos un poco en una burbuja, en esa burbuja que es Twitter. Bari Weiss, que fue la editora de opinión del New York Times y renunció con una carta terrible pero espectacular, así como de los anales del periodismo, decía que el masthead, el…
RLC: ¿Cómo lo decimos en español? Bueno, los editores, directores.
GGP: ¿El directorio, no? O sea, decía que Twitter no estaba en el directorio del New York Times, pero debería estarlo porque desde ahí se estaba dirigiendo el periódico. ¿Y qué quería decir con esto? Lo que quería decir era que los medios empezaron a tener miedo de cómo iba a reaccionar esa burbuja en la que ellos mismos viven o nosotros mismos vivimos ante tal o cual nota. Y eso me parece peligrosísimo. Pero ese no es un problema de Twitter, eso es un problema de los periodistas.
RLC: ¿Qué podemos aprender de organizaciones como Quinto Elemento o Mexicanos Contra la Corrupción, que son organizaciones que hacen periodismo de investigación sin fines de lucro, pero que no son medios medios. Son como una cosa rara que hace periodismo, pero necesita encontrar amigos para publicarlo en otras plataformas. ¿Qué podemos aprender? Sobre todo porque tú trabajaste en una de ellas y entonces sabes más que yo de esto.
GGP: A ver, tenemos que aprender a hacer ese periodismo que ellos hacen. Ese periodismo de investigación se hace muchas veces desde estas organizaciones que son dos modelos totalmente distintos, además. En Mexicanos contra la Corrupción, donde la mayor parte del dinero es dinero privado, ¿no? Y dinero de los ricos del país, y Quinto Elemento, que sobre todo tiene dinero de organizaciones, de organismos internacionales y becas y fellowship y cosas así, pero yo creo que hacen un gran periodismo de investigación. A mí me gustaría ver más lo que hace Quinto Elemento, me parece que se difunde poco, que se queda un poco ahí, porque claro, ellos no son un medio, entonces solo hacen ese periodismo y luego es complicado encontrar quien lo quiera divulgar o quien se quiera asociar contigo para hacer eso. Ahora, creo que eso está muy bien y eso debe existir, pero creo que en el periodismo mexicano nos hemos olvidado un poco del diarismo. Incluso los mismos periodistas lo vemos como para abajo ¿soy yo?
RLC: Es que el realismo es básicamente consignar lo que pasa día con día, y creo que hay un montón de explicaciones. Antes de que lo cancelaran, cuando empezó la pandemia, yo empecé a escuchar mucho al mismo periodista del New York Times que salía todos los días en el Daily con Michael Barbaro, y era el que le explicaba las cosas de la pandemia y le decía “los científicos dicen esto y las otras cosas pasan y esto y esto está pasando”, y entonces el tipo creo que nunca había tenido una historia de primera plana en sus 40 años de carrera en el Times, pero a la hora que llegó la pandemia, como era un periodista que llevaba trabajando no sé cuántos años, cubriendo ciencia y cubriendo cosas médicas, estaba muy bueno, sabía muy bien lo que tenía que hacer para cubrir la historia. ¿Cuál es el aprendizaje? Hay que generar los incentivos correctos para que el mismo periodista pueda cubrir por siempre o hacer diarismo de la misma fuente, como decimos nosotros, del mismo tema. Que vaya ganando más dinero mientras avanza su carrera porque se va haciendo más viejo, tendrá hijos, etc, etc, pero que no vea como la única salida a su probable pobreza inicial convertirse en jefe de información o convertirse en productor, porque creo que hay unos incentivos incorrectos que si quieres ser reportero solo puedes hasta los 23, porque después te vas a empezar a morir de hambre o nunca te vas a poder salir de casa de tus papás o no vas a poder pagar una colegiatura, etc, y, se llama Donald McNeil, el pobre reportero.
GGP: No pobre.
RLC: Bueno, no pobre, pero el Donald McNeill se convirtió de la noche a la mañana en la estrella del Times porque cubría la pandemia, pero abajo de eso había 30 y tantos años de periodismo científico y de diarismo de sus temas.
GGP: Sí, pero de un diarismo muy bien hecho. Creo que hoy sí tenemos un problema en nuestro diarismo. O sea, creo que ese periodismo está mucho más descuidado por varias razones. Una es esta que tú dices, porque construimos este esquema en el periodismo mexicano, lo construyeron, donde pues la única forma de ascender y de ganar un poco más era de reportero a reportero de “investigación” entre comillas, donde lo hay, y luego a editor. Pero también porque las redacciones cada vez son más chiquitas en todos lados, porque el periodismo local creo que casi no existe, creo que las ciudades medias ya no tienen un medio, tienen un medio donde tienen un reportero con una cámara que tiene que escribir, tomar video y hacer Facebook Live. Y sí, creo que hacemos un mal diarismo en general porque entendemos como diarismo sólo ir a cubrir la rueda de prensa o ir a cubrir la nota sin las reglas del periodismo, sin los principios, sin los valores del periodismo. El diarismo no tiene por qué ser sólo ir a cubrir una declaración.
RLC: Sí, “el senador Monreal dijo esta mañana que sigue en la pelea por la presidencia”, eso es un poco lo que hacemos, es consignar que alguien dijo algo, pero no estamos realmente contando… Lo que los españoles llaman periodismo de sucesos, “qué sucedió hoy”, y ellos lo hacen bien, los gringos lo hacen increíble. ¿Y nosotros?
GGP: O sea, “qué sucedió” lleva más preguntas, ¿no? “Qué sucedió hoy” es “cómo sucedió y por qué sucedió” y “qué representa esto, qué significa esto” O sea, creo que ese es el diarismo que hemos olvidado un poco o un mucho. Yo creo que ahí sí cambiaría muchas cosas, creo que ahí es donde… Vaya, y además esto es el gobierno de la 4T, donde las notas diarias están totalmente dirigidas por una agenda mañanera, eso lo hace todavía mucho más complicado. El periodismo diario, hasta no me gusta decirle diarismo porque siento que tiene esta connotación como de “ug, el diarismo, no, yo quiero ser periodista de investigación, yo quiero ser cronista o ser periodista económico”, pero ese es el que nos conecta en el día a día, es el que nos ayuda a vivir la vida.
RLC: A tener una realidad compartida.
GGP: Sí, y a enfrentar la vida.
RLC: Claro, pero es el que me conecta con una persona de Ensenada y una persona de Villahermosa y una persona de Ciudad Victoria más allá de todos vivimos en el mismo país. Cuando todos estamos enterados de las mismas cosas y de los mismos sucesos, podemos empezar a construir esta comunidad imaginada. Para eso sirve.
GGP: Y entre ellos también.
RLC: Por supuesto.
GGP: Entre la gente de Ciudad Victoria o de Ensenada, o de Hostotipaquillo.
RLC: ¿A quién le hiciste la que crees que es tu mejor entrevista?
GGP: Creo que no la he hecho todavía.
RLC: No, no me digas eso. No se vale.
GGP: Híjole, es que no sé si… ¿La mejor entrevista o como el mejor perfil…? No sé cuál ha sido la mejor entrevista, pero hay entrevistas que me han gustado mucho y generalmente no es un personaje público. O sea, te diría que más que hacer una entrevista me gusta mucho más el trabajo alrededor de una entrevista. Sí, o sea que nunca le termino de creer todo a la persona que tengo enfrente, entonces me gusta mucho como el trabajo para completar esa entrevista. Pero a ver, así que me acuerde… Es que siempre es como lo último que he hecho. Pero mira, justo ahorita estoy trabajando en algo, y ayer estaba, estos días como con el covid no tenía muchas energías, entonces me puse a hacer cosas que no me implicaran muchísimo esfuerzo o cansancio, y entonces me puse a revisar unas entrevistas de un proyecto que tengo. Esta última que escuché y revisé era de un señor que se llama Don Memo, le dicen, que es el esposo de Jacinta, una de las mujeres indígenas de Querétaro, otomíes, que fueron acusadas en el año 2007, si no me equivoco, de secuestrar a tres AFIs y pasaron un par de años en la cárcel, y tal vez porque la tengo muy en la cabeza, porque de verdad ayer estuve haciendo eso, pero es una entrevista preciosa y no por mi, eh, ni por mis preguntas, sino porque de verdad sí es una de esas entrevistas en la que me lleva a otro lugar y a otra manera de ver la vida y de vivir la vida con gente en una situación mucho más vulnerable que la mía, además, y que la de la mayoría de la gente que entrevisto.
RLC: El otro día hablé con Lalo Limón y le pregunté cuál era su peor entrevista y me dijo que una vez que entrevistó a Belanova y que se confundió, fue como “tú eres el tecladista, ¿no?” Y le dicen “no, yo soy el guitarrista”. Y luego yo he hecho muy malas entrevistas en mi vida porque yo trabajaba en un programa en el que solo hacíamos entrevistas todo el día en vivo. Entonces yo tengo entrevistas que hasta se me ha olvidado prender el botón para grabar. Pero igual y en tu experiencia si te pido tu peor entrevista no es tan sencillo como estas de Lalo y mías.
GGP: La primera que se me viene a la cabeza es la primera entrevista que hice, o sea tal vez no la primera entrevista, pero la primera entrevista que le hice a un funcionario. Tendría yo 22 años. Acababa de empezar a trabajar en Mural, que es un periódico de Reforma en Guadalajara, y no sé por qué se les ocurrió que yo cubriera educación, y entonces me mandaron a hacerle una entrevista al que en ese momento era el secretario general de la Universidad, que estaba saliendo, creo, o tal vez ya era candidato a rector, no me acuerdo, pero se llama Trino Padilla, que además es el hermano de Raúl Padilla, son igualitos, y después fue el rector de la Universidad. Y cuando regresé con mi grabadora a transcribir mi entrevista a la redacción tenía lapsos de medio minuto en silencio. Porque… No sé si un poco de pronto no sabía qué preguntarle. O sea, llegué a esta oficina de un piso completo en el edificio administrativo de la Universidad. Era una oficina enorme. Además tenía canastas con frutas por todos lados. O sea, era la Universidad pública del estado de Jalisco, no entiendo por qué… Yo estaba en shock con todo. Él estaba perfectamente vestido, porque además, o sea, era así como un dandy y creo que además me parecía guapo y entonces tenía lapsos de 30 segundos en los que yo no sabía qué decir, porque yo creo que yo estaba en shock. No solo no sabía de qué iba mi entrevista o qué le tenía que preguntar, cómo lo tenía que preguntar, sino que literalmente, pues yo creo que yo me quedaba así, con la boca abierta viéndolo, y además él lo sabía y lo tenía clarísimo. Pero creo que eso me sirvió para que después de escuchar esa entrevista dije “o sea, esto no puede ser así y entonces me tengo que preparar más y además tengo que aprender a controlarme”. Yo creo que esa primera entrevista, por lo menos que me acuerde, es como la peor entrevista. Pero por supuesto que he hecho terribles entrevistas, siempre hay entrevistas de las que uno sale diciendo “¿como por qué pregunté esto o por qué me puse en este lugar?
RLC: ¿Qué piensas de las entrevistas…? Yo estuve mi época haciendo estas entrevistas y ahora me da mucha vergüenza, pero bueno, tanta vergüenza como todo lo demás. Entrevistas como de confrontación, como muy de “oiga, es que usted dijo tal cosa y ahora está diciendo otra cosa o eso que está usted diciendo…” En vez de hacer preguntas para que la gente te diga lo que piensa o lo que hizo, lo que escuchó, etc, como de pleito.
GGP: No te sientas mal por eso, creo que son entrevistas con fines distintos. Yo soy muy mala para esas entrevistas rápidas y cortas. Mis entrevistas siempre son larguísimas. Yo siempre tengo así como... O sea, para hacer un podcast de 20 minutos tengo 18 horas de grabación, pero tienen fines distintos. Cuando estás confrontando a un funcionario que desvió recursos públicos, entonces por supuesto que no le vas a preguntar cómo fue su infancia. No te interesa. Además sería tramposo. No tiene nada que ver, no es culpa de su infancia ni de si sus papás están divorciados que él sea un ratero. A veces son necesarias y se valen. Hay que ser muy cuidadoso de cómo las haces y de no ser tramposo o efectista. Y claro, cuando hablas con estos funcionarios públicos, salvo casos especiales, pues generalmente no tienes dos horas de su tiempo y luego también tienes que ser muy cuidadoso en no perder el control, que el control lo pierda él, no tú. Estos gritos así en la tele y en la radio, perdón, señores conductores, es pésima radio y pésima televisión.
RLC: Nunca me diste clase a mí en la Ibero, pero das clases de periodismo en la Ibero y has dado clases de periodismo en otros lados. ¿Qué aprendes tú cuando das clases? ¿Y qué es lo que más te ha sorprendido de dar clases de periodismo?
GGP: Sólo he dado en la Ibero, he dado como talleres y cursos, pero clases clases sólo he dado en la Ibero, y doy además en la carrera de Comunicación, que yo no estudié comunicación, como platicamos. Bueno, después estudié una maestría en periodismo, pero no estudié comunicación y no voy a hablar más de la carrera de Comunicación, pero tengo mis dudas y mis inquietudes al respecto. Me gusta mucho dar clases porque sí me conecta con otra generación y no sé por qué me gusta dar clases a veces. La verdad es que a veces no me gusta tanto dar clases y además también hay semestres que son muy difíciles porque te tocan grupos como muy poco entusiastas o con muy pocas ganas de hacer como más y mejor periodismo o que no tienen claro que es el periodismo. Creo que es uno de los principales problemas. Ese es uno de los principales problemas a los que me enfrenté cuando empecé a dar clases, que era que mis alumnos pensaban que iban a ser activistas. Entonces yo vivía peleando con eso. Luego aprendí que no me tenía que pelear con eso, solo les tenía que enseñar las herramientas del periodismo, los valores del periodismo, los principios del periodismo, hacer periodismo en la calle, y entonces ellos iban a decidir que van a hacer en la vida y aprendo de ellos, quizá tanto como ellos de mí, quiero creer que ellos aprenden algo de mí. Se aprende un poco de cómo ven el mundo y qué esperan. Me refresca un poco como sus nuevas ideas de periodismo. Me gusta mucho cuando doy la clase, por ejemplo de periodismo narrativo, de cómo traen historias que yo no conocía, que nunca había visto, porque después de tantos años… Digo, además, el periodismo es bastante cíclico, como muchos alumnos o incluso muchos reporteros te vienen a vender una historia, te cuentan historias que ya sabes. Dice Felipe Restrepo, un amigo, periodista y editor, tiene esta frase que me encanta, que es cuando alguien le viene a vender una historia, no sé, ya sabes, la de el migrante que cruza México, la respuesta es “esa historia ya la leí, ya la escribí yo, ya la edité y ahora la voy a rechazar”. Pero me gusta mucho cuando mis alumnos vienen a proponerme historias que encontraron de las que yo no tenía ni idea. Que no me gusta o que me preocupa un poco, pero esto lo veo más claro en mis alumnos, por supuesto, porque son más jóvenes, porque tienen menos experiencia, porque en la mayoría de los casos todavía no han salido al mundo real o todavía no trabajan, me preocupa un poco que quieran escribir como desde un lugar muy cómodo, desde la certeza moral, así le llama George Packer en un texto precioso que seguro has leído. Eso me preocupa. Me preocupa que no se quieran salir de su mundo, de su zona de confort, para explorar otros mundos, que no salgan a la calle a descubrir, a averiguar, a buscar respuestas que ellos no quieren, que tengan miedo a ser juzgados. Eso me asusta mucho, otra vez, no sólo de mis alumnos. Creo que hay mucho de ese periodismo allá afuera y es una de las grandes cosas que me preocupan, que se pongan ellos mismos trabas porque tengan miedo de caer en el lado incorrecto de la historia. Eso nos va a pasar, nos pasa a todos, todos nos hemos equivocado. Ayer leí un texto de Ken Auletta, que es un gran periodista del New Yorker, que sacó un libro sobre Harvey Weinstein. Es una entrevista, pero habla de dos momentos en la historia, en su historia, es un hombre de 80 años hoy, es un gran periodista del New Yorker. Le hace una entrevista a Harvey Weinstein, creo que en los noventas, y él sabe o tiene rumores de lo que está pasando, pero nunca logra hacer que las víctimas quieran hablar. Y el segundo momento es Elizabeth Holmes, la mujer de Theranos, que engañó a todo Silicon Valley.
RLC: La que con una gota de sangre te iba a decir todas las cosas malas que había en tu cuerpo.
GGP: Claro, él le hace un perfil para el New Yorker y tampoco se da cuenta. Al final la historia la revela el Wall Street Journal, y la de Weinstein pues varios, el New York Times…
RLC: Ronan Farrow.
GGP: Y Ronan Farrow, exacto, a quien él ayuda además, lo cual me parece muy bonito, me parece la parte más bonita de la entrevista. Hice estos dos grandes textos y muchos más y no logra descubrir la verdad atrás de eso.
RLC: Estoy totalmente de acuerdo. Hay un ejemplo que me gusta, que es Ta-Nehishi Coates, que hace un perfil de Bill Cosby antes de que se supiera formalmente, oficialmente, todas las acusaciones de los crímenes sexuales que cometió, y Ta-Nehishi Coates es bastante generoso con Bill Cosby en el perfil que él escribe, y años después regresa y escribe como un “estas son las cosas que sabía, estas son las cosas que no pude reportear, estas son las cosas en las que me equivoqué” y se vale. Y Ta-Nehishi Coates ya trascendió el periodismo y es un intelectual importantísimo, pero si ellos se equivocan, ¿cómo no nos vamos a equivocar nosotros?
GGP: A ver, no estoy diciendo “salgan a equivocarse”, no estoy diciendo “salgamos a equivocarnos'', pero existe ese riesgo.
RLC: Por supuesto.
GGP: Y me da mucho miedo y me asusta un poco que siento que cada vez más mis alumnos tienen miedo de equivocarse, tienen miedo de ser juzgados cada vez más, quieren escribir como de este lugar cómodo de certeza moral para la gente que es como ellos. Y pues eso nunca nos va a ayudar a generar entendimiento, como decíamos, me asusta que quieran representar a algo o a alguien, o a una idea, o a una comunidad, o a la gente que es como ellos.
RLC: ¿Qué discos, películas, libros que viste o leíste antes de los 15 o los 16 se quedaron contigo? O sea, ¿cuáles son esos que en las mudanzas te los llevas a todos lados o los domingos que quieres ver una película igual y pones esa?
GGP: A ver, la música que me marcó creo que vino después de esa edad o a partir de esa edad y fue el britpop. O sea, yo todavía iba a las tiendas de discos con mis amigos, salíamos de la escuela para ir a escuchar el disco nuevo, que no teníamos dinero para comprar, y cuando uno lo compraba pues quemábamos para todos los demás. Pero esa es la música que me marcó. O sea, la música a la que siempre vuelvo, es esa. Jarvis Cocker.
RLC: Es Jarvis Cocker.
GGP: No es Jarvis Coker, él es el Hijo de Dios.
RLC: Ok, entonces Pulp, Pulp para siempre.
GGP: Sí, besa el suelo si vas a decir el nombre de Jarvis Cocker, o sea, no sólo Jarvis Cocker, todo el britpop. Sí, es la música a la que siempre vuelvo, la música que me marcó. Y después de eso, hubo una segunda etapa en la música, que ya fue como en los dosmiles, y esto tiene que ver con mi estancia en Nueva York, o sea, esa época que fue como el indie pop.
RLC: O sea los Strokes, Arcade Fire, The National, esas bandas.
GGP: Sí. Uno de los discos más perfectos que creo que existen es un disco del 2003, de una banda que no existe o sólo ha existido dos en dos momentos en la vida, que se llama The Postal Service.
RLC: Ah, no lo conozco, lo tengo que escuchar hoy mismo.
GGP: Hoy mismo te lo voy a mandar. Es una banda de creada por Ben Gibbard, que es el vocalista de Death Cab for Cutie y Jimmy Tamborello, que ahorita no me acuerdo que hace y sacaron un disco que se llama Give Up en el 2003, y diez años después sacaron un remake de ese disco con otras canciones, pero solo han existido en esos dos momentos en la vida y ese es uno de los discos a los que siempre vuelvo.
RLC: Tú conoces dos tipos muy distintos de gringos. Ahora también lo estoy pensando, conoces al gringo fronterizo, porque es el gringo con el que creciste, y también conoces al gringo como brooklyneano cool, porque es el gringo con el que estudiaste cuando estuviste en Columbia. Entonces, ¿qué aprendiste de los gringos cuando eras chica? ¿Y qué aprendiste de los gringos cuando todavía era chica pero un poco más grande y estudiaste la maestría?
GGP: Creo que más que brooklyneanos,esos gringos con los que fui a la escuela eran, por supuesto, mucho más citadinos, porque era Columbia. Entre la diversidad de una universidad gringa… Tal vez si lo pensamos bien no era tan diversa. Sí venía gente de todo el país, pero sobre todo de escuelas de la Ivy League, de zonas urbanas... O sea, sí había una población latina y afroamericana, pero era mínima. Tal vez una de las cosas que he aprendido es que no tienen ni idea de quiénes somos, porque además, en medio de eso, entre una y otra, estudié un año en Maine, en la prepa, y eso sí era como otro mundo. O sea, ese sí era todavía mucho más distinto de los americanos californianos que yo conocía. No tenía la menor idea. O sea, yo sí iba a la escuela y me acuerdo que mis compañeros me preguntaban qué iba a hacer con mi ropa cuando regresaron a México y era porque pensaban que de regreso pues ya yo me iba a quitar la ropa de GAP que usaba y me iba a poner huipil. Y esto sí es como un exceso, pero también te puedo contar que cuando estaba en Nueva York, o sea, de pronto en una fiesta, alguien me preguntaba “ay, ¿eres mexicana? Yo tengo un amigo, se llama José”, o “ah, yo he ido a Cancún” y yo “no, eso no es México”. Creo que vivimos muy cerca pero que hay un total desconocimiento de México. O sea que sí, más allá de estas historias, no de la gente que cree que todavía no hay coches o que no tenemos internet más que en la Ciudad de México, sí hay demasiado folklore en medio de esto. Creo que eso es como lo que veo que se parece en estos tres lugares en California, en Nueva York y en Maine, pero entre ellos pues veo cosas totalmente distintas. ¿Quién se parece menos? Se parecen menos esos americanos de un pueblo en Maine que en realidad se parecen mucho más a la mayoría de los norteamericanos. Porque además también viví en Houston, Texas. Esos… No estoy diciendo que los californianos o los neoyorquinos no sean el Estados Unidos real, lo que estoy diciendo es que son la minoría y son las minorías. Y creo que esos, y en el periodismo lo podemos ver también, están muy desconectados de los otros, de los otros que a lo mejor muchos de esos votaron por Trump.
RLC: ¿Qué parte de tu temperamento dirías que es más de Ensenada?
GGP: ¿Qué será lo más ensenadense que tengo? Pues que hablo fuerte, creo que eso. Creo que hablo fuerte y rápido. Eso es muy ensenadense. Y mi amor por la comida de Ensenada. No es mi temperamento, pero es el gusto.
RLC: ¿Y si yo voy a Ensenada, qué es lo que no me puedo perder? ¿Dónde tengo que comer, qué tengo que pedir?
GGP: Ensenada tiene la mejor comida del mundo. O sea, yo diría que de la comida mexicana, solo Baja California y Oaxaca se comparan, pero son comidas totalmente distintas. A ver, yo siempre digo que en Ensenada siempre se ha comido bien. Antes de que tuviéramos restaurantes en la lista de Fifty Best en Ensenada siempre se ha comido bien y siempre se ha comido bien en la calle, entonces no te voy a decir cuáles son los grandes restaurantes porque esos están en todas las listas. Te voy a decir cuáles son la comida de la calle sin la que yo no puedo vivir, y no puedo ir a Ensenada, aunque vaya un día, sin irme a comer unos tacos de pescado que son en un puesto en la calle, por supuesto, porque es ahí donde se come.
RLC: ¿Pero en la esquina de qué con qué? No me hagas ir a reportear mis tacos de pescado.
GGP: O sea, mis favoritos son los Tacos del Fénix que están en la esquina de Juárez y no sé qué, pero se llaman Tacos del Fénix y hay fila y es un puesto de tacos con cinco personas adentro del puesto friendo pescado y camarón también, porque además los tacos de pescado son de Ensenada, ahí se inventaron. Eso es lo primero. Y luego lo segundo son los tacos de mariscos. Y hay dos que me gustan mucho y eso son guisados, que eso es muy ensenadense, los mariscos guisados. Y hay dos, el primero es La avioneta, así se llama porque antes tenían como un carrito como con un pedazo de avioneta. Ahora es como una “terraza” entre comillas, aunque también podría parecer una cochera. Y tienes que ir temprano porque se acaba. Y además ahí, además de tacos, comes caguatun, que es este como caldo que antes se hacía de caguama con verduras, pero la caguama… Yo alcancé a comer caguama, debo confesar.
RLC: Cuando dices caguama no te refieres a una botella de un 1.2 litros de cerveza, sino a una tortuga gigante.
GGP: A eso me refiero, a una tortuga gigante que en una época todavía se comía. ¿Puedes creer eso?
RLC: Yo todavía fui a reportear a unas playas perdidas de Jalisco, donde había un pueblo de 200 personas, en el que 100 personas salían en la noche a matar y comerse las caguamas y 100 personas salían en la noche a defender a las caguamas. Y eso nadie nunca lo vio porque lo hice para Imagen Televisión y no les pareció suficientemente interesante. Pero te interrumpí.
GGP: Se comía caguama y caldo de caguama cuando entra en veda o cuando ya es imposible comprarse o consumirse o cuando ya nos entró la conciencia, y alguien inventó una cosa que se llama caguatun, como la misma receta de la caguama, pero con atún y es una cosa deliciosa. Es como un caldo jitomatoso con trozos de atún y un poco de verduras. Y el otro lugar se llama Marco Antonio y es una cosa como parecida, también parece como una cochera y son como tacos de guisados, pero son la cosa más espectacular del mundo.
RLC: Ok, esto me lleva a mi última pregunta, para la cual creo que necesito mucho contexto, pero básicamente tú eres de un lugar, Ensenada, que no era turístico y ahora es increíblemente turístico y te tocó ver esa transformación de lejos, de cerca, pero te tocó verla. Y luego de la Ciudad de México desde hace muchos años vives en la parte de la ciudad que no era tan turística y ahora está llena de gringos y está totalmente croniqueada por la revista GQ y Time Out y todas estas cosas como de el eje del cool. Entonces, ¿qué similitudes encuentras en esas experiencias? y ¿cómo me debería sentir yo como chilango que haya tantos gringos en la Ciudad de México? Porque en teoría en principio no me debería importar, pero no sé por qué hay algo en mi pancita que no me gusta.
GGP: Primero, Ensenada siempre fue turístico, pero cambió el turismo. O sea, siempre tuvimos turismo, con el que yo crecí, como de Estados Unidos, de California, que venían a pasar el fin de semana, como spring breakers, pero todo el año. Ahora tenemos un turismo de mucho más lujo que viene a tomar vinos en el Valle de Guadalupe y estas cosas que vemos. Y cuando yo llegué a vivir a la Condesa hace 10, 12 años, ya era lo que es. No es que fuera todavía una colonia muy local, de clase media ni nada por el estilo. Siempre ha habido turistas. ¿Qué me preocupa de las dos cosas? Pues me preocupa el desplazamiento de los locales y de lo local. O sea, no es que yo crea que la colonia Condesa solo tiene que ser para los de la Condesa, porque entonces yo no tendría que vivir aquí, y me tendría que haber quedado en Ensenada, y tampoco es que crea que no debe haber Valle de Guadalupe, por supuesto que no, y son dos cosas distintas, porque en el Valle de Guadalupe lo que ha pasado es que se ha vuelto súper caro. Bueno, eso también va a pasar en La Condesa, pero se ha vuelto muy caro para la gente local. O sea, el Valle de Guadalupe era un lugar al que todo el mundo iba de alguna u otra forma, a lo mejor porque sólo ibas como a un rancho que tenía el tío del tío del primo del que no vino a la fiesta, a una piñata el sábado. Pero alguien me decía a veces vemos el Valle de Guadalupe en la tele y estamos a 20 kilómetros, pero es como estar viendo la Toscana. Eso no me gusta, porque además una de mis grandes obsesiones son los temas de desigualdad, de inequidad y de acceso. Eso sí me parece que nos va a destrozar como sociedad y creo que ahí se ve como muy claro. Y luego en La Condesa es una cosa distinta, porque la verdad es que pues tampoco es que estén viniendo los estadounidenses a desplazar a las clases bajas, porque seamos honestos, esto es la colonia Condesa y esto es una burbuja, de clase media educada.
RLC: La clase media ya fue desplazada por lo que Orwell llama el Lower Upper Middle Class.
GGP: Exacto, pero me gustaría ver cómo unos migrantes más integrados, con más interés, para quienes la condesa no sea sólo un lugar barato y cool a donde venir a pasar tres meses para no pagar tu renta enorme en Los Ángeles o en Nueva York.
RLC: Galia García Palafox, mil gracias por platicar conmigo.
GGP: Muchas gracias a ti, siempre me encanta. Ya quiero que regreses para que sea en vivo.